martes, 11 de junio de 2013

ELÍAS QUEREJETA

TOCADO POR EL VÍDEO. Entrevista a ELÍAS QUEREJETA
Julián Álvarez. Barcelona 1982.


Elías Querejeta, productor de cine internacionalmente conocido, no le tiene miedo al vídeo, prueba de ello es lo abiertamente decidido que se manifiesta respecto al duplicaje, de lo cual el catálogo “Elías Querejeta Vídeo” es una prueba, y lo intelectualmente convencido de los cambios -positivos- que este nuevo medio comportará en la industria del cine y en el lenguaje audiovisual. Para hablar del vídeo, el duplicaje, el consumo (individual/colectivo), y la producción hemos entrevistado en Madrid a Elías Querejeta, la persona más autorizada para ello.


Mira, tengo proyectos, algunos bastante adelantados, pero a mi no me gusta nunca, nunca, nunca, hablar de proyectos. Tengo proyectos modestísimos, humildísimos, pero los quiero hacer y entonces podremos tener otra conversación, crítica si tu quieres. Pero hablar de proyectos sobre los que no tengo desde luego la seguridad de que van a ser una realidad es hablar por hablar. Lo que sí tengo son proyectos a través del medio específico del vídeo, eso sin duda.


El vídeo tiene eso, si te toca estás atrapado, y Elías lo está a juzgar por el amor/interés (¿o interés/amor?) con que habla de él. Más, mucho más, del que podría esperarse de un cinéfilo, entre los que tanto recelo hay hacia este medio “bastardo” (del cine por el lenguaje, y de la tv por la tecnología) donde no tienen cabida los Néstor Almendros o Luís Cuadrado…



En este momento el vídeo desde un punto de vista técnico es solamente un sistema de registro. Por el momento sospecho que no es nada más que eso, sin embargo quien piense que solamente va ser un sistema de registro, más que de registro de duplicaje, creo que se equivoca completamente, creo que el vídeo va a ser un sistema de producción, de producción por tanto con un lenguaje propio



…¿al margen de los mecanismos convencionales del cine?



Al margen de los mecanismos convencionales del cine tanto por lo que se refiere a las formas de producción como a las formas del lenguaje. Creo que el vídeo abrirá campos por el momento insospechados en el lenguaje audiovisual, va a incidir en aspectos en los que el cine o la tv no han podido explorar, sólo que todavía no hay una experiencia suficiente para poder contrastar, pero el vídeo para mí es como el invento mecánico del cine de hace ochenta años, que generó una forma de lenguaje…



…imitativa de la fotografía y el teatro, en cierta medida ¿no?



Sí, sí, pero que paulatinamente, a lo largo del tiempo, ha habido alguien que ha tomado ese material para convertirlo en una forma de expresión y por lo tanto en una forma de lenguaje. Creo que con el vídeo, y de una forma mucho más rápida, va a suceder lo mismo, el espectáculo que entendemos como cinematográfico o incluso como televisivo va a modificarse.



De hecho ya es así desde hace poco. Las películas de bajo y medio presupuesto se hacen hoy a la medida de los telefilms de tv: French Connection I (1971) es un ejemplo paradigmático en este sentido. La tv, desde que ha a incorporado el vídeo para reportajes y documentales (hasta ahora todo lo que se producía en exteriores se registraba en 16 m/m), es más documentalista, más cargada de contenido. El vídeo está aquí, y lo está pese a televisivos y cineastas, como un medio específico de expresión audiovisual, y aunque para la mayoría no sea más que un medio de duplicaje (de películas) o de registro (de tv), los cambios que comporta en el ciudadano como consumidor son substanciales…



El cine tradicionalmente ha sido contemplado como un acto colectivo. Mil ciudadanos, quinientos, contemplan una película…,  yo lo que sospecho es que el lenguaje, bien consciente o inconscientemente está proyectado para ser contemplado de una determinada manera. Ahora sucede que muchas de esas películas están siendo contempladas de una forma totalmente distinta. Por ejemplo, he visto esta noche en mi casa “Spicosis”, que es una película que me gusta muchísimo, que me interesa muchísimo. La he visto sólo hasta que en un determinado momento estuve acompañado, pero terminé viéndola solo.  Casualmente, en el momento de la secuencia donde el detective entra en la casa, en la secuencia de la escalera, me llamaron por teléfono y tuve que dejar el vídeo, pero volví, di al botón y pude ver esa secuencia una vez más minuciosa y atentamente.



¿Quiere eso decir que en un tiempo relativamente corto las películas se producirán pensando ya en este duplicaje?



Sin duda en el aspecto comercial el vídeo será una fuente de amortización de las películas, pero más importante es la producción directamente en vídeo y para la específica manera de contemplarlo. En literatura esto ya se ha producido, Proust, por ejemplo, escribe una inmensa, tremenda novela que ha sido leída y releída, y Becquer escribe un ensayo sobre Proust desde el entendimiento de Becquer. Es muy difícil que esto se produzca en el cine tal como está concebido, pero con el vídeo creo que es muy factible. El vídeo puede entrañar una forma de reflexión completamente distinta a la contenida en películas que tenían que ser contempladas por millones de ciudadanos, y en salas ocupadas por miles de espectadores.



¿Cómo condiciona el vídeo sicológicamente, estéticamente, al hombre de la cámara, al cineasta que diseña o escribe el guión, al director que lo realiza?



Algo que va a producir el vídeo más o menos pronto es que toda la intermediación del aparato de producción, que siempre ha  existido para llevar a cabo una película, va a ir desapareciendo. Las cámaras de filmación cada día son más baratas y están al alcance de cualquiera. Ello implica que el lenguaje se abrirá a otras formas más libres de expresión, quedando en este sentido el cine muy por detrás. El vídeo comporta mayor inmediatez, es como la máquina de escribir, lo cual no quiere decir que todo el mundo pueda escribir o todo el mundo pueda hacer películas. Hace algún tiempo hablaba yo con un escritor que admiro, Rafael Sánchez Ferlosio y me decía: -Elías, pero fíjate tú que ¡aparato tremendo! para hacer una película...



¿A qué aparato se refería?



Al aparato de producción. Entonces eso a él le aterrorizaba, y creo que tenía toda la razón del mundo. Cada vez ese aparato, simplemente por el adelanto tecnológico, por la electrónica en el caso del vídeo, está desapareciendo y cada vez va a ser más posible, sin duda de ninguna clase, tener una cámara reproductora de la realidad que esté más cercana de uno mismo y no más dependiente de todo ese aparato…



Pero esto lleva, quizás, a una necesidad incluso mayor del cine como espectáculo, ¿no lo crees?



El cine se reinventará como espectáculo, como lugar comunitario. Sería lamentable que se perdiese eso.



Por lo que se refiere al consumo individual (tv)/colectivo (cine) cada día son menos los que van al cine durante la semana -consumiendo más tv- y muchos más los que aprovechan sábado y domingo para volcarse en las grandes salas  acondicionadas para proporcionar al espectador una experiencia audiovisual realmente shocking. Grandes salas que han favorecido la creación de las mini-salas, o salas especializadas para un público joven y cinéfilo. Esta clara especialización del ciudadano como espectador es precisamente lo que propicia que cada producto tenga un mercado diferenciado, con sus circuitos de exhibición ajustados a esas necesidades específicas que hay que satisfacer. En este sentido hay una gran similitud hoy con el “programa semanal” que hacia 1915 Adolf Zukor implantó en Hollywood con el fin de “conformar al ciudadano en el hábito de ir al cine”. El vídeo obliga a una redefinición de los respectivos ámbitos de incidencia.



Particularmente ¿qué consumo haces de tu vídeo doméstico? ¿Qué utilización le das?



Yo estoy más preocupado por lo que en este momento estamos hablando que en consumir a través del vídeo. Yo veo vídeo, tengo algún vídeo, pero eso me preocupa poco. Por el momento me preocupo substancialmente por la calidad técnica de aquello que se me ofrece, eso sí me preocupa muchísimo. De lo que estoy realmente preocupado es de inventar para el vídeo, de producir vídeo, de cómo ese material puede ser utilizado y qué se puede obtener de él. Eso es lo que me preocupa



He leído en la revista “Casablanca” que tenéis intención de producir en vídeo…



Por el momento estoy haciendo el duplicaje en vídeo del fondo de películas mías, no de todo pero sí de la mayoría. Esta es una cuestión que ya está funcionando, que va bien. Tratamos de obtener la máxima calidad posible en la reproducción, estamos incluso experimentando formas distintas. La intermediación me importa poco, me importa el resultado, lo que yo quiero es ver un vídeo duplicado por nosotros y que pueda decir ¡eso realmente merece al pena!, y eso es realmente lo único que persigo. Creo que por el momento el conocimiento técnico es deficiente, que todavía no hay unos resultados que puedan estandarizarse. Lo que yo trato de conseguir respecto al duplicaje es que los tonos de imagen originales de la película salgan duplicados lo más exactamente posible, eso es lo que yo trato de obtener. Respecto a la futura producción naturalmente habrá que tener en cuenta cómo se ve el vídeo, qué función cumple, qué es lo que uno quiere comunicar, de qué manera lo quiere comunicar, a través del hecho, claro, de que el vídeo se contempla de una manera radicalmente distinta a como se contempla una película.



Muchos cineastas y profesionales que en un principio vieron en el vídeo una posible alternativa constatan que acceder a este nuevo medio es hoy casi tan difícil como hasta ahora lo ha sido el 16 ó 35m/m. Dado el alto coste de los equipos muchas empresas han optado por la prestación de servicios (alquileres) como única fuente de amortización. No existiendo competencia cine/vídeo o vídeo/vídeo, y atrapados en esta encrucijada de costes altísimos, esperemos que la voluntad expresada por Elías de abordar la producción en vídeo sea pronto una realidad…



En este maremagnun que es hoy el vídeo ¿vosotros tenéis las cosas claras respecto a la política comercial a seguir?



Yo las tengo claras



¿Y cómo se concretan?



Hay un problema con el vídeo y es la enorme piratería. El vídeo empieza a ser parte de nuestra realidad sin una normativa legal. Yo tengo una política específicamente comercial a través de Vídeo-Máster, que lleva mis películas. Nos preocupamos de la colocación en los puntos de venta pero es imposible tener una red de defensa y control de todo eso, es completamente imposible. Yo me conformo de momento con saber que un determinado título tiene una determinada introducción en el mercado, y de que ese producto sea de la máxima calidad posible. Por el momento no me preocupa otra cosa, y de que sea suficientemente rentable como para que el vídeo sea una actividad normalizada, y no algo coyuntural.



¿Tampoco te preocupa por lo tanto el hecho de producir una película, ponerla en exhibición y unas semanas después sacarla al mercado para su comercialización en vídeo?



Ya lo he hecho con “Deprisa, deprisa”, y quiero seguir haciéndolo con otros títulos



¿Porque la fórmula resulta rentable y positiva?



Porque la fórmula, más que positiva podríamos decir que es “completiva”. Lo uno no resta a lo otro, ya está demostrado



Y tan demostrado…, desde “Apocalipsis Now”, los productores saben, y Elías mejor que nadie aquí, que ya no se puede plantear la amortización de una película costosa en el tiempo sino en el espacio, es decir por el número de salas en que esa película se proyecta simultáneamente, y no por el tiempo que permanezca en pantalla. La película tiene que amortizarse en las primeras semanas de exhibición apoyadas por una fuerte campaña publicitaria a través de tv. Inmediatamente después se comercializa en 16mm, Super 8, y vídeo aprovechando el impacto publicitaria. Nadie invierte un duro en un vídeo que previamente no haya visto comercialmente. En 1933 la gente hacía colas para ver si era verdad que en “King-Kong” aparecía un mono tan grande; en 1975, la gente igualmente hacía colas  para ver hasta que punto el “King-Kong” de Dino de Laurentis se ajustaba a todo lo que había leído, visto y oído sobre la película. 



Este verano he podido ver en un pueblo de no más de 3.000 habitantes vídeos en distintos establecimientos públicos (bares y cafeterías) funcionando prácticamente todo el día a base de películas. ¿Como productor, estás en contra, esto te perjudica?



Ya hace más de dos meses he comunicado al Ministerio de Cultura que una película mía se etaba pasando en algunos pubs, con anuncios en la calle. A mi, desde el punto de vista económico no me preocupa, pero sí me preocupa que haya ciudadanos que además de robarme a mi, roban también a todos aquellos que han producido la película. Porque empieza a ser escandaloso lo que está sucediendo con el vídeo y, como siempre, las instancias administrativas parece que no se enteran para nada de esa realidad que está delante de sus ojos. En definitiva, lo que no puede ser es que esa película promueva un beneficio económico sin que de ese beneficio participen aquellos que lo han producido. No es justo.



Hoy no existe una legislación que reglamente la utilización del vídeo, pero lo absurdo sería que así fuese cuando en realidad todavía no sabemos qué es o puede ser. Está claro que, como dice Elías Querejeta, cuando un producto “promueva un determinado beneficio económico”, lo lógico es que de ese beneficio participen también “aquellos que lo han producido”. Pero si la abolición de la censura (¿?) permitió que cualquier película pueda ser ser exhibida quedando sujeta a posible denuncia y posterior retirada si se dictamina así, ¿por qué se habría de procederse con el vídeo dictaminando a priori lo que debe o no debe ser?



Julián Álvarez. Barcelona, diciembre 1982.










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