PRADA "A TOPE"
[José Luis Prada:
“ejemplar-caso-de-estudio”]
A finales
de los ’70, pero sobre todo a principios-mediados de los ’80 se generalizó
entre los jóvenes y no tan jóvenes la muletilla “a tope”. Eran los años de la
transición, de la movida madrileña, de la furia existencial y todo, o casi, era
¡a tope! El término se puso de moda al igual que los jóvenes hoy utilizan la
palabra “guay”. ¡Qué diferencia!, en los modos y maneras de afrontar la vida…
En mi
memoria pervive el recuerdo, muy a principios de los ’80, de cuando José Luis
Prada en su restaurante “La Moncloa” de Cacabelos (El bierzo, León) nos atendía
siempre con el ¡a-tope! en la boca: comer-a-tope, beber-a-tope, incluso
dormir-a-tope. Todo era a-tope para el sujeto José Luis que ocultaba sus ojos
con unas Ray Ban (modelo Aviator) entonces de moda. Él fue el primero, y puede que único,
en convertir la muletilla en un eslogan publicitario aplicado a su incipiente
negocio de hostelería. En un alarde de auto-representación al servicio de su
propia causa, o negocio, adoptó el recurrente ¡a-tope! A partir de entonces pasó
a ser “Prada-a-Tope”.
En
aquellos años hacían furor las Ray Ban (de cristales negros) que Hollywood puso
de moda. Es paradigmática la escena en “Psicosis”, de Alfred Hitchcock, en la
que un policía con sus Ray Ban en primerísimo primer plano despierta
sobresaltada a Marion que duerme en su coche al borde de la carretera. La
escena es un intercambio de miradas (plano/contraplano). A través del policía
observamos los gestos amplificados y alarmantes de Marion, pero la mirada
sorprendida de ésta
rebota contra las gafas opacas y el rostro inexpresivo de la autoridad. Estamos
a merced del policía (suspense), pues tenemos anulada la capacidad de “ver”
aquello que estamos obligados a “mirar” (1). En la entrevista “Puños en danza”,
realizada en enfático primer plano a D. Matías Prats Cañete (1988), que forma
parte de la serie “Boxiana”, se destacan precisamente sus inevitables gafas de
pasta negra (Ray Ban) que obstaculizan la mirada del interlocutor/espectador
para desviar la atención hacia la palabra virtuosa del comentarista. La
puesta-en-escena remite y es un homenaje personal a la referida escena de
“Psicosis” (2).
Pues
bien, el entonces joven y emprendedor José Luis ya se mostraba en vivo y en
directo con su rostro semioculto por las famosas Ray Ban. Imagen/aspecto que
transformó en logotipo, o
imagen de marca, a partir del cual ha creado su particular industria trufada de
filosofía personal. Quizás desde una cultura urbana uno pueda pensar en una
estética un tanto demodé, e
incluso hortera,
por la insistencia en su proyecto a imagen y semejanza de sí mismo simbolizado
en ese perfil amejicanado y gafas opacas que no ha evolucionado desde la
juventud que el logo y el eslogan representan. El José Luis de entonces que da
la cara (pero esconde la mirada) nos viene a decir de forma contundente ¡aquí
estoy! ¡éste soy yo! Gesto (logo) y mensaje (a tope) congelados durante más de
40 años han demostrado su eficacia, pues conservando el espíritu agresivo y
contundente de entonces, ha sabido adaptarse a la modernidad de los nuevos tiempos
(ecología, productos de proximidad, elaboración artesanal) sin renunciar a las
nuevas tecnologías aferrado a la tierra del Bierzo y a sus tradiciones.
Yo
también soy de un pequeño pueblo de León al que regreso cada verano para
reecontrarme con conocidos y algunos amigos de toda la vida, pero vivo en
Barcelona y me considero una persona de ciudad, con una cultura urbana
interiorizada, y escasamente nostálgico del pueblo dejado atrás. Pero aún así,
y a pesar de los esfuerzos por liberarme de esa “costra” que arrastramos todos
los que un día dejamos el pueblo para buscarnos la vida en la gran ciudad, en
mi condición de “paisano”, es decir lo que de mi queda de “pueblo”, me capacita
para reconocer, y sobre todo apreciar, a esas personas excepcionales (en general
“de pueblo”, sin estudios universitarios, o precisamente por eso) que han
sabido sobresalir en su propio contexto. No estoy pensando en aquellos otros
que desde la ciudad han destacado de una u otra forma, sino en los que
habiéndose quedado han sabido perfilarse una personalidad que los diferencia.
Personalmente conozco y aprecio algunos especímenes de este interesante género
humano, de los que precisamente mi pueblo es especialmente generoso (3).
En este
sentido el tal Jose Luis que nos ocupa, hoy “Prada-a-tope”, empresario de éxito
que ha comercializado industrialmente los productos de la tierra berciana
manteniendo su elaboración artesanal y ecológica. Productos que se encuentran
en la sección gourmet
de conocidos establecimientos, y otros franquiciados por “Prada a tope”. En
este sentido -digo- se puede categorizar y estudiar al emprendedor como
“ejemplar-caso-de-estudio”. Pero siendo remarcable su personal propuesta
artesano-ecológico-industrial, lo que particularmente me interesa es la
transformación creativa del individuo
José Luis en el personaje
Prada-a-tope.
Este verano tuve la
oportunidad de visitar con la fotógrafa Rosa Puig el Palacio Canedo, caserón
rehabilitado del siglo XVIII donde Prada investiga ¡a tope!, elabora sus vinos
D.O., embasa sus castañas en almíbar, guindas en orujo, y otros productos del
Bierzo... Pero lo que motiva estas líneas es destacar
a este tipo de individuos que han sabido trascenderse a sí mismos por medio de
la progresiva conversión en PERSONAJES, es decir en AUTORES creativos de sí
mismos. No se trata por supuesto del self
made man, sino de aquellos que sin dejar de ser “de pueblo”
(o precisamente por ello) desbordan cualquier categorización social, excepto
quizás la de “especímenes especialmente raros y/o singulares“.
La visita al Palacio
Canedo no fue programada y apenas duró un par de horas. El propio José Luis,
sin conocernos, salió a saludarnos con un amistoso y rotundo ¡a tope! Hechas
las presentaciones y algunas fotos para el recuerdo, el entusiasta personaje es
hoy -a sus 70 años- definitivamente más Prada-a-tope que el José Luis que
figura en el DNI. Sigue vistiendo unas modernas pero transparentes Ray Ban, y
el mostacho se ha quedado en bigote. Durante el recorrido por las instalaciones
(sin guía) pudimos observar hasta qué punto está presente Prada en los
detalles, en la decoración, en la conservación del edificio, en la publicidad y
el marketing, en el packaging que rubrica con su
propia firma, en la atención al cliente y al ocasional visitante, en todo y ¡a tope!
El Palacio Canedo es sin duda la culminación de la Obra personal de aquel joven
-hoy AUTOR- que un día decidió utilizarse a sí mismo como logo y eslogan para
vender su producto sin la vergüenza ajena que tanto nos amordaza e incapacita a
las personas aparentemente “cultivadas”.
La visita al Palacio
Canedo y el encuentro con Prada fue la confirmación de una intuición, pero también una enriquecedora experiencia
vacacional desde luego para recordar y recomendar con mucho gusto. Y un ¡ánimo y
a tope! para todos aquellos agazapados “singulares de pueblo”.
Julián Álvarez. Barcelona, 25 agosto 2015
(Las fotos que forman parte del texto han sido tomadas
improvisadamente por el propio Julián con una tablet)
Notas
1. “Psicosis, entre la burla y
el homenaje a Sigmund Freud”. Julián Álvarez: http://rincondeliconoclasta.blogspot.com.es.
3. Veguellina de Órbigo-León.
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